miércoles, 9 de junio de 2010

Crítica de Teatros Argentinos de Pedime Perdón


Estuvimos en
Ciudad Cultural Konex, en Sarmiento 3131 viendo "Pedime perdón", con guión de Juan Pablo Garaventa, Victoria Bertone, Lorena Vega y Micaela Fariña.
En escena, dos sillones, una lámpara de pie y una mesa ratona con dos copas de vino. Y allí están los protagonistas, Mónica (Victoria Bertone) y Nacho (Juan Pablo Garaventa).
La historia nos cuenta la relación de una pareja; ella tiene un hijo adolescente, es mayor que Nacho, que tiene 30 años. Ambos tienen una vida ordenada, exitosa, sin problemas económicos.
Esa noche festejan tres años de estar juntos. La obra empieza mostrando a los personajes así como son, o como se muestran frente al mundo. Luego, en la charla que mantienen, ambos dejarán ver sus debilidades, las metas que persiguen, sus inseguridades, los celos, la vulnerabilidad de cada uno. Estos conflictos comenzarán a asomar a partir del llamado de Ramiro, el hijo de Mónica, un adolescente que plantea la problemática de su edad y frente a quien Mónica se desenvuelve con soltura, segura de manejar la situación. No así Nacho, que empieza a mostrar los reclamos que tiene para hacer frente a la relación que Mónica mantiene con su hijo.
La conversación entre la pareja derivará en muchas otras cosas, tal como sucede en la vida real. Habrá momentos de pura seducción y sensualidad de parte de Mónica, momentos de ternura, de tensión, pasos de comedia muy logrados, como en el que ella "actúa" frente a él un supuesto viaje a Brasil y el contacto con otro hombre. Este es un momento del texto muy bien logrado por Bertone, y una de las escenas "altas" de la obra, en las que Bertone arranca carcajadas por parte del público. La discusión en la que deriva la charla también está muy lograda, sin excesos y los autores encuentran el momento justo para terminarla. Hay en esta historia mucho de realidad, tiene el don de permitirle al espectador identificarse con los personajes. Los planteos y reclamos de ambos son universales y no tienen edad.
En cualquier caso, Mónica y Nacho son una pareja hablando de amor. También asomarán por allí, luchas de poder, celos, rollos con la edad, falta de compromiso afectivo, conformismo y comodidad por parte de él, la avidez femenina por dar un paso adelante. El enfoque de la historia no es feminista ni machista, y eso es un mérito, no maltrata a la mujer, ni al hombre y no los muestra como víctimas ni victimarios. Hace un retrato realista de la pareja, en el que ambos se muestran vulnerables y fuertes según el momento, y queda claro que los dos son buenas personas.
Todo esto enmarcado por buena música, dos copas de vino, algún cigarrillo que ella enciende de manera "chistosa", alguna risa nerviosa de él.
El diseño de luces de
Ricky Sica, es correcto y acompaña acertadamente los distintos momentos de la dramaturgia.
La música es la necesaria, está en los momentos adecuados, cuando el texto lo requiere y enmarcando la historia de manera elegante.
La escenografía de
Victoria Cachán es sencilla y resulta agradable de ver y es la que la historia necesita.
El vestuario de
Paola Delgado está de acuerdo con el nivel social de los protagonistas. Él luce elegante y masculino, ella saca provecho del vestido rojo, que le sienta muy bien y acentúa su sensualidad.
Se nota una buena dirección de actores, a cargo de Lorena Vega, quien logra que los protagonistas mantengan una identidad propia. La dirección general de Micaela Fariña logra que el producto final resulte agradable, sin fisuras, sin excesos, "redondito".
Mónica y Nacho tienen un amor posible, habrá que ver hasta dónde llegan. Y ese es uno de los méritos de esta historia: nos deja a todos con ganas de más. Pero, ya lo dice el refrán:
lo bueno, si es breve... dos veces bueno.



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